jueves, 9 de mayo de 2013

Fanatismos.

Me ha pasado ultimamente que al hablar sobre un tema político, encuentro mala disposición de la otra parte, que hay que contrastar las noticias, que no hay que leer solo periódicos manipuladores, que nunca se ven los logros y lo mismo me ha ocurrido cuando envió algún e-mail, que yo he recibido sobre el mismo tema; el inconveniente es que yo lo hago sin ninguna intención. Dice Porchia "Sí, he hecho algunas cosas que cuando puedo no decírmelas no me las digo, para no ofenderme. Porque yo no quisiera ofender a nadie".
Y ésto también me trae como ya lo he dicho en alguna ocasión, el recuerdo de la advertencia de mi querida madre cuando nos reuníamos: "Prohibido hablar de política,fútbol y religión", porque son en estos temas donde impera el fanatismo.
Sufro por ellos porque justo en estas disciplinas, son en las que los que actúan sacan mayor provecho, un jugador, un político, una jerarquía eclesial están ahí para sacar un beneficio, los que los apoyan solo para sufrir y  muy de vez en cuando tener alguna alegría.
De cualquier manera a los que se pongan mal, discutan, hagan chanzas, sobre estos tres casos, tengan suma delicadeza porque puede terminar mal y no vale la pena perder una amistad o una relación; además han perdido importancia, están descafeinados, hace años que no existe competición en fútbol, en política actúan casi todos los partidos de la misma manera y las religiones han perdido poder e importancia.
Siempre también recuerdo algo que escuché siendo pequeño, sobre una señora que fue muy venerada por ayudar al pueblo, a la que un familiar mío escucho decir más de una vez : "Haber que se les puede dar a estos negros de mierda, para que estén contentos", los fanatismos se fabrican, se utilizan y estoy convencido que no llevan a ninguna parte.

lunes, 6 de mayo de 2013

¿En que creen los que no creen?

Releyendo estos artículos entre un laico y un príncipe de la iglesia, he sacado mis conclusiones y las expongo. Quizás lo que más me llamo la atención fue lo espeso del pensamiento de ambos y se refleja en un llamado de atención de los lectores, por la excesiva dificultad de sus diálogos.
Que el hombre se construya para sobrevivir un mundo de ilusiones y de modelos sublimes, es algo tan "milagrosamente misterioso" como la encarnación de Dios y pensándolo es increíble que la primera mujer nació de una costilla y la encarnación del espíritu santo, sin que existiese coito.
El cerebro creó la religión para evitar el estrés, nuestros ancestros imaginaban cosas que le aterrorizaban, la necesidad de reducir la tensión neuronal que genera la incertidumbre, explica la persistencia del fenómeno religioso.
Hay muchos que piensan que la moral tiene su sede en el alma y en la dulce debilidad del cuerpo su permanente tentación, pero en general no se puede separar estos dos conceptos, pues el ateo o no creyente estaría siempre castigado.
En el hombre que ha recibido normas, preceptos, leyes, que se traducen en comportamientos adecuados, puede haber una moral religiosa, pero también puede haber una interpretación de esa misma
moral por el no creyente, además ha habido y habrá cambios de la moral, según los tiempos, los lugares y los contextos históricos en los que las vicisitudes humanas se desarrollen. Pero siempre debe haber una premisa deben obrar todos los comportamientos en favor del bien del prójimo, nunca se podrá prescindir de la comprensión y el amor hacia los demás, que es la base del comportamiento moral.
Creo en un Absoluto, sino no podría existir tanta maravilla, pero desconfío de las instituciones llamadas a administrar mandamientos, sacralizarlos y a interpretarlos y la historia lo ha demostrado.
La fuente del mal reside en el modo de comportarse de la propia conciencia, en el modo de organizarnos a nosotros mismos y de construir nuestra relación con el mundo. No puedo llegar al amor por los demás, si no parto de un examen de mí mismo.
Sería interesante que el cristianismo y otras éticas religiosas, no tuvieran como proyecto la evangelización de toda la humanidad, para tener predominio sobre las conciencias.