lunes, 9 de julio de 2007

CREENCIAS

Hablar de temas religiosos es muy complicado, porque siempre aunque se opine desde el corazón, otros corazones se pueden ofender.

En cuestiones de creencias la razón no existe, yo creo a veces que muchos creyentes tienen mentalidad infantil y el problema mayor es que los que gobiernan las religiones o las sectas lo saben.

En mi caso tuve las dos caras de la moneda, un padre amoroso que hacía real el viejo dicho “Asturiano loco vano mal cristiano” despotricaba contra los curas (su experiencia fue mala) y nunca le pude hacer entender que como en todo los había buenos, regulares y malos, que no se puede generalizar. Y una madre también amorosa que siempre nos quiso acercar a la religión católica y que tenía una forma de vida acorde a sus creencias.

Yo como en otros aspectos de mi vida creo que fui madurando o creciendo de acuerdo a lo vivenciado, pero que el proceder del magisterio de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana me ha ido alejando de ella y que con la santificación del Sr. Escrivá concluyo por apartarme, considero que la obra maneja el Vaticano.

Para aclarar alguno de los múltiples acontecimientos que nunca he llegado a comprender los pondré como ejemplos: Nunca encontré fundamento para que el Tribunal de la Congregación de la Fe que presidía el actual Papa castigara a escritores como Antonio de Mello, s.j.; Leonardo Boff; Hans Küng; etc.

Sigo sin entender el celibato y que año tras año se descubran casos de clérigos cometiendo atrocidades sexuales, lo peor es que tratan de ocultarlos.

Sigo sin comprender el acercamiento al poder, los capellanes castrenses, la colaboración con dictaduras en distintos países,

Es increíble que después de las atrocidades cometidas pudieran seguir comulgando los Sres. Franco; Pinochet; Videla; etc.

Sigo sin encontrar una explicación para que se reciban en el Vaticano a personas que fomentaron con mentiras una guerra (por así llamarla), entre sonrisas e intercambios de regalos como los Sres. Bush; Blair; Aznar; etc.

No entiendo la aplicación de medidas retrógradas como volver a dar la misa en latín, o el temor a poner en funcionamiento el Vaticano II que se aprobó en 1965.

Hay un proverbio que dice: “La verdad es Una, los hombres le dan muchos nombres”.