viernes, 19 de julio de 2013

Que fuimos, que somos.

Reflexionaba sobre como nos toco vivir nuestra época, a raíz de recibir una nueva tarjeta del teléfono móvil de mi hijo, que cada tanto cambia de compañía dado que todas prometen y regalan algo y luego no cumplen o el servicio es deficiente.
Nosotros nos criamos con un teléfono público para todo el barrio, en el almacén de Bringas y Alesanco que estaba en 25 de mayo e Inglaterra (luego fue 2 de abril y ahora creo Escalabrini Ortiz), realmente las comunicaciones eran las imprescindibles o urgentes.
Me quedó grabada una vez que me vinieron a llamar (estaba a unos 100mts.) y era una compañera de colegio (sexto grado) que me dice: "Alberto vení a ayudarme que se me escapó el tero.", allá voy yo con un saco de arpillera y con mi primo de ayudante; cuando nos ve me dice: "Estúpido no entendiste el mensaje, estoy sola", no sabía donde meterme.
Y así con muchísimas otras cosas, en casa no hubo automóvil, el televisor llegó cuando tendría once años, juguetes los que regalaba el gobierno para reyes o algunos pocos que me traía mi hermana; los juegos los que compartíamos con los amigos de la barra o mejor dicho del barrio, fundamentalmente era fútbol y tuvimos nuestro equipo "Siete corazones": Forata, Lito y Oscar, Cachito, yo (Tucho), Bero y Fifa.; también según las estaciones meteorológicas habían barriletes (con viento), carreras de barquitos (pajas de las escobas) cuando llovía, pescar ranas cuando se forman lagunitas; boxear cuando Paradela traía los guantes y hacíamos un ring en la vereda, atando sogas entre los árboles y el cerco; escondidas, manchas, guerrillas y luchas según las películas que hubíesemos visto.
Algún amigo-a comentó como habíamos sobrevivido, los coches sin cinturón ni airbag, en moto sin casco, cruzar la avenida Pavón sin semáforos, andar por las vías del ferrocarril, pasarnos todo el día en la calle sin ningún miedo.
Ahora todo es tan distinto, que a veces me queda la duda si el progreso es para mejor, yo particularmente estoy harto del sistema, del control que tienen de todos-as, de dictar como debemos actuar en cada circunstancia y hablar de libertad, derechos y democracia, cuando en la realidad no es así.
De lo que estoy seguro es de que hicimos las cosas lo mejor posible, que dejamos huellas, que somos buenas personas. Lo que fuimos, fuimos, ahora somos para nosotros mismos, sin tener que rendir cuentas a casi nadie. Viajamos, vamos a museos, asistimos a conferencias, aprendemos en la UNED senior.



La vida para nosotros es una profunda experiencia interior, lejos de los ritos, mitos, limosnas y pecados sin fin. Se empiezan a notar deficiencias físicas y mentales, pero soy feliz y me encuentro pletórico, lleno de vida y tengo una larga experiencia de la vida, incrementada por la de los demás.